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Una paz no menos cerda que su guerra

No existen los crímenes de guerra, como tampoco una guerra criminal y otrra santa: existe una guerra hecha por leones y otra por cerdos, como una paz de unos y otra de otros. Una guerra es una cerdada, pero no menos que su paz, que es igual pero de otra manera: lo que hacen los cerdos, como lo que hacen los leones, no varía en su naturaleza. La guerra es salvaje, pero no es la misma la de un salvaje león que la de un cerdo salvaje. Hay una guerra en la que la muerte es limpia y otra en la que es sucia hasta la vida y todo depende de quien la haga: un alma bella no entiende de estos matices y diferencias, pero es como una gacela a la que una de estas dos guerras, y una de estas dos paces, alcanza. Ha de elegir, por tanto: vivir y morir, ser muerto o ser vivido, de una manera limpia u otra sucia, porque no está fuera de esta selva en la que no siempre luchan únicamente cerdos contra leones, sino que los demás están fatalmente enmedio. Quizá los leones no son mejores que los cerdos, incluso los cerdos pueden no ser peores para comidos, pero sin duda son distintos. Hay que elegir entre lo que vivimos e incluso entre lo que morimos: no es una cuestión de eutanasia ni un asunto de eubiosia. La guerra es muerte, pero también lo es la vida: y es cierto que la libertad resulta demasiado cruel para una gacela incluso en la paz del zoológico en el que, aunque resulte sorprendente o incluso increíble, lo mismo puede vivir junto a un león que junto a un cerdo, pero no de la misma manera. Un alma bella debería tenerlo claro en algún momento de su vida... y de su muerte. ¿Cuál? Lo: es decir, poder combatir contra las cerdadas con fundadas esperanzas de éxito.

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