Blogia
http://FelipeValleZubicaray.blogia.com

Ni siente ni padece

El amor es atracción, aceptación, afirmación, exaltación: el amor al otro es atracción, aceptación, afirmación y exaltación del otro, pero del otro, no del mismo o parecido, no del idéntico o semejante --un amor que tiene truco: es como el amor a uno mismo pero bajo el rechazo, la desaprobación, la negación y la degradación del otro (tal es lo que quiere decir el amor al prójimo). Porque el amor a uno mismo no necesita odiar a nadie: en sí mismo no es más que amor a sí, como su nombre indica (lo que es para algunos la causa mayor del odio). El otro es absolutamente diferente a uno, pero el mismo o el semejante no es más que un invento, una criatura, del odio que el uno siente por el otro, un odio profundo, insidioso y triunfante que, quizá bajo pena de muerte y nada, convierte al diferente -siempre tan cercano a uno mismo- en el próximo al que reducir y someter a lo idéntico. Lo que quiere decir el triunfo del amor al prójimo es que ha sido vencido el odio al otro, pero sin que quede rastro de amor en el mundo: ni siquiera del amor a uno mismo --pero tampoco del odio a sí: uno ya no es tan diferente -tan extraño- como para odiarse, aunque ya no es el amor a sí por el que -diferente, extraño- es odiado. Porque ya no hay otro, pero tampoco hay nada ya que hacer con uno: el que, finalmente, triunfalmente, ni siente ni padece. Ni frío ni caliente, ni alto ni bajo, ni rubio ni moreno. Mientras tanto, continúa imparable el trabajo de la negación, del rechazo --es lo que quiere decir y nadie dice.

0 comentarios