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Los gitanos

Ay payo

No existe un conflicto entre A y B, existe una diferencia de A y B, o entre A y B: pero A, donde ve una diferencia, pone una contradicción --la impone, incluso a muerte, pues es el deseo de eliminación el que le mueve. A y B son opuestos y: o A elimina a B por el bien del lenguaje, o A y B acuerdan una solución que finalice el conflicto que a ojos de casi todos les enfrenta --naturalmente, la solución pasa necesariamente por la integración de B en A, por la asimilación de A respecto a B, con la previa y muy benévola comprensión de A: B es también él una letra del alfabeto con todo el derecho a existir, pero dentro de un orden, porque en el fondo no es más que un signo y, bien mirado, no es tan diferente como parece: dentro del alfabeto parecerá por fin lo que es. El bien del lenguaje es el orden al que el alfabeto somete a los signos, fuera del cual B vaga por todas partes como una falta difícil de erradicar: una opción extrema, aunque a veces inevitable y fatal --B no permite otra solución: no desea la integración sino que su tozudez, su insistencia en ser quien es o persistir en sí mismo, arrastra a todos a la exclusión. A pesar de su demasiado declarado amor a la materialidad del mundo, la matemática que aquí opera es sumamente extraña: A es, y no es más, puro espíritu, es decir, el espíritu de contradicción que, ciego a la diferencia, rechaza todo lo que difiere de A de manera clara y terminante --B aparece de vez en cuando, como un extraño o incluso un asaltante, por los terrenos bien ordenados de A para desaparecer después, y después de originar ciertos destrozos, en realidad meros contratiempos, y regresar como a los márgenes de donde quizá nunca debió salir, y salir de una existencia como invisible y fantástica: en el fondo lo que difiere, difiere demasiado. No es fácil reducir a B si B no quiere: B amenaza el sistema todo del alfabeto, que es como amenazar la sola posibilidad del entendimiento y la comunicación. Lógicamente, A no son los payos y B los gitanos: A es la dialéctica, que según los expertos es la ciencia de los esclavos de sí mismos, y B es la diferencia, que no precisa más ciencia que la de pensar. Mas, para tranquilidad de B en que pensamos todos, A es un payo entre todos los demás payos sus diferentes: el que pretende apropiarse de todo el abecedario, establecer su identidad, definir el valor de los signos, y gestionar su imperio. Ay, payo, no deseen ustedes este programa en el que los únicos perdedores no son desde luego los gitanos.