Blogia
http://FelipeValleZubicaray.blogia.com

Las otras

La dialectización del mundo

No es cierto que todos los que no son de los nuestros o como nosotros no son o mejor que no fueran (porque en ningún caso serían simplemente diferentes a nosotros sino tan sólo una nadería.... precisamente al no sernos idénticos). Por ejemplo: las otras -las mujeres de Oriente- no son unas esclavas de sus hombres, sino que difieren de nuestras señoras de Occidente tanto como sus hombres de nosotros (¿tanto? ¿O en el fondo todos los varones somos orientales?). ¿Tan difícil es entenderlo? ¿O lo que no resulta en absoluto fácil es abdicar de una fe que nos ciega, pero también nos anima? Las que difieren al menos de denominar esclavas a las mujeres de Occidente son las orientales y es quizá su diferencia más llamativa: no sólo su manera de vestir sino aún más la de respetar a las mujeres que viven de otra manera en otra parte del mundo. Pero ¿de una manera verdaderamente libre en vez de otra realmente esclava? Dicen que las unas son libres y las otras esclavas: lo que consigue de este modo el falso pensamiento de la dialéctica no es más que ignorar a los otros, pero también despreciarlos, humillarlos y condenarlos a ser salvados... precisamente por la dialéctica de los unos que previamente les transforma en esclavos. Las mujeres de Oriente son estas esclavas de sus hombres que unas falsas señoras occidentales liberadas de los suyos van a liberar de sí mismas... y, por supuesto, de sus opresores varones: porque también los orientales son desconocidos y, sin embargo, calumniados y difamados como si el Occidente que representara este pseudopensamiento fuera el único capaz de descubrirlos y desenmascararlos. Lo cierto es que tampoco los hombres de Oriente caminan por la calle especialmente desnudos, pero no importa: según estos recalcitrantes y anacrónicos dialécticos cuya fe procede de la oposición por subordinación de lo blanco y lo negro, lo masculino y lo femenino y lo consciente y lo inconsciente, los hombres de Oriente son los tiranos que los occidentales ya no somos o estamos a punto de dejar de serlo y las orientales son las esclavas que las mujeres de Occidente dejaron de ser gracias a la liberación de sí mismas y de las mujeres de todo el mundo que un día no muy lejano emprendieron y aún continúan y expanden. El pecado es oriental, pero la redención es occidental: el pecado moderno es la esclavitud, la redención moderna es la libertad. Pero el fenomeno no es tanto la occidentalización cuanto la dialectización del mundo, porque la dialéctica opera tanto contra Oriente como contra Occidente: siempre hay para ella un pecado del que ha de redimirse el hombre. Porque hay y debe haber siempre un redentor para todos: ella misma. Que ya ha logrado liberarse (porque tampoco la dialéctica es libre de cuna: el lema de su política es no a las señoras y los señores, y la tragedía de su vida el no concebir sino abortar la diferencia).