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La dictadura

Entre un hitler y un stalin

Todas las dictaduras son el fondo la misma: las religiosas, las políticas, las económicas, las morales --en todas el otro es alguien que debe ser convertido en nadie si no desea de cualquier modo someterse al uno: la dictadura es básicamente el régimen del uno en el que no puede haber otros (pues el otro es siempre una multitud: de hecho, es imposible identificarlo con uno solo, pues es solamente varios). El fascismo es la dictadura de derechas, mientras el comunismo lo es de izquierdas: la tentación de ambas es la misma: eliminar a la otra  --la tentación es la dictadura y cada una da muestras a diario de querer ser la única (la única y la absoluta). La democracia es quizá la única medida contra los fascistas y los comunistas: pero aún mejor que la democracia es la libertad, el amor a la libertad --que es amor a la diversidad, la pluralidad e incluso la excentricidad (los ingleses, los bilbainos). Todas las dictaduras, que en el fondo son la misma, tienen la coartada perfecta para aniquilar al otro, que es -ya habrá sido imaginado- el insumiso, el rebelde de guardia: la lucha contra el enemigo de la nación, el detractor de la revolución, el adversario de la patria, el rival de la liberación. El caso es arrodillar a los libres para alzar en pie a los esclavos, únicos amantes del dictador --los que piensan benedficiarse de los servicios que le presten: es decir, del poder. No aman la dictadura más que aquellos que tienen en su pensamiento al esclavo de su señor: de su hitler o de su stalin, de su franco o de su castro, de su mao o de su pinochet. En cualquier caso, de su benefactor. ¿Cómo no comprender este conmovedor acto de lealtad? Hay incluso quien lo valora, y no es únicamente el dictador: su mayor pecado es sin duda anegar la vida de valores de esclavo, de deseos de amor a la dictadura, de proyectos de anulación de la diferencia. Una herencia muy notable entre nosotros: esta pérdida paulatina de sensibilidad democrática e inteligencia crítica -este gregarismo que combate al lobo por amor al pastor- que avanza, avanza y avanza. ¿Quién será, para el fascista, el comunista, y, para el comunista, el fascista que lo parará? La desventaja de la democracia respecto a la libertad es que en la democracia puede nacer y prosperar cualquier amor --porque amar, lo que es amar, todos lo hacen, aunque cada cual lo suyo. La democracia es, también, la mejor oportunidad que pueden hallar los esclavos y los dictadores, el paso previo que han de dar si quieren asegurar su futuro previendo que todos pueden desear un día andar a su paso. En suma, votos y candidaturas para todos. La democracia es tan peligrosa para la libertad, como la libertad imprescindible para la democracia: sin embargo, es más fácil vaticinar hoy el avance de la democracia que el de la libertad.