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La copia en la Universidad de Sevilla

Reivindicando, que es gerundio

Se trata por supuesto de quejarse, porque ¿cómo no hacerlo si se ha sufrido una injusticia y se ha conseguido con el tiempo repararla y evitar que unos cuantos más de los suyos se traumaticen para el resto como él mismo se halló a punto de hacerlo sin remedio? Se trata de la injusticia sufrida por el copión que se lo sabía todo menos aquella pequeña parte del examen en que se le pilló copiando y no se hizo justicia con sus méritos evidentes, pues el profesor se vengó de semejante falta de respeto a una autoridad que por estos medios nunca se ganaría del todo suspendiéndole sin mayores miramientos: ¿se habrá visto alguna vez atropello igual? La prueba de que se trataba sin duda de un claro caso de abuso se halla más que patente en el hecho de que a partir de este glorioso momento se va a poder aprobar al alumno si no se le pilla copiando todo el examen, cosa más que improbable si se le permite justamente copiar en una mínima parte, gracias a que el difamado copión de ayer se ha transformado por su propio y exitoso esfuerzo en uno de los más poderosos dirigentes de una institución a la que ya no se podrá tachar de autoritaria, opresiva, anacrónica y desfasada. Para que luego se diga de los tontos y de una medida estúpida como muy pocas: sí, sí, más bien se trata de la vieja y nunca satisfecha reivindicación de la justicia, la igualdad y la libertad como cada vez se conoce más entre nosotros gracias a iniciativas de parecido calado y fundamento: igualdad entre falsos y verdaderos estudiantes, justicia para los sometidos y los explotados por un poder falaz y culposo que se aprovecha de los más inocentes, y libertad para todos, honestos y deshonestos, nobles y villanos. Un solo y mismo trato, hermanos.