¿Y por qué el matrimonio entre heterosexuales?
¿Por qué el matrimonio entre homosexuales? Pero ¿por qué entre heterosexuales? La sexualidad no es el criterio del matrimonio, la homosexualidad no le puede conceder a la heterosexualidad el criterio rector. Casar a hombres y mujeres en función del sexo no es una razón: es un hecho, pero no una razón, ni siquiera un derecho. Es más bien un hecho bruto, y la homosexualidad no va a pecar siempre de finura y delicadeza: de hecho ya no lo hace. Porque el matrimonio es el privilegio de los heterosexuales, pero ampliado ya a los homosexuales quizá por ocultas necesidades de poder y demasiado evidentes cuestiones de igualdad que, como su nombre indica, sirve para igualar lo diferente, unir lo plural y aproximar lo distante, en un proceso inacabablemente abierto, realmente tan eterno como la eternidad, de abolición de las diferencias, las pluralidades y las distancias: es nuestra cultura, eliminar las divergencias y disparidades antes de tener que matarnos por ellas. Sin embargo, el matrimonio es resistente a las otras sexualidades que son siempre las no privilegiadas --en realidad desean el matrimonio no tanto los heterosexuales como los propietarios con bienes y derechos a tutelar por la ley: en sentido estricto su extensión a los homosexuales no es una victoria de la homosexualidad, sino de un sistema con márgenes lo suficientemente elásticos para estirarlos y encogerlos y mantenerlos siempre: en realidad para él los homosexuales propietarios deseosos de penetrar en el espacio siempre sagrado del matrimonio son una prueba de la que ha de ser muy torpe para no salir bien librado.