Blogia
http://FelipeValleZubicaray.blogia.com

El estatuto andaluz

El fin de la representación

El estatuto de Andalucía es el fin de la representación, pero no importa: basta con que lo voten y aprueben los amigos, los conocidos y los familiares. Porque también los extraños, los desconocidos y los adversarios deberían participar de la representación y votar en consecuencia: quienes no actúan en este teatro no cuentan, no pintan nada. Todos estamos obligados a pintar (aunque sea monas), de tal manera que quienes lo votaran y rechazasen servirían sin duda para conservar la pintura que quizás en el fondo desprecian: tal es el truco de la vieja farsa. Todos somos y hemos de ser pintores, el que no quiere pintar no sirve de nada: fuera de la escena nadie representa a nadie, la realidad es analfabeta (aunque esta pintura que es la representación del poder no es tan moderna como el arte, que sin embargo es, aunque no ignorante, un niño que pintarrajea) y, sin embargo, si lo desea puede dejar de serlo: uno puede actuar, es decir, elegir a su abogado, perdón, designar a su candidato y esperar su defensa, su representación en escena. Hasta puede hacerse representante de los demás, no necesita más carrera que la estrictamente política o teatral: el nivel exigido no es demasiado alto, tan sólo una firme aunque siempre bien entendida voluntad representativa. Uno también puede no actuar, pero ha de estar dentro del teatro y aplaudir o silbar a quienes ocupan las tablas: puede elegir a los actores e incluso modificar la obra, pero la asistencia a la función es obligada. Quien desee perdérsela puede hacerlo, pero fuera no hay acción, y lo que hay es igual a nada. La ley es la trampa gracias a la cual la representación no tiene rival en este mundo y los juristas son los magos de este extraordinario juego de manos detrás del cual no hay nada. En este sentido, como en todos, progresistas y conservadores son lo mismo: aún más, progresista es el nombre de los últimos conservadores de una escena que, debidamente adaptada, tanto defienden y aman. En todo caso la abstención no cuenta, el día en que lo hiciera algunos dirían todavía que no vale, pero sería demasiado tarde: uno es presidente de gobierno e incluso jefe de estado con los votos de sus tíos y vecinos, pero la realidad sin imagen que difícilmente es capaz de representarse le puede arrollar en cualquier momento.