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El enfrentamiento entre los sexos

La violencia de género no es nada

La rebelión de la mujer pacífica y sumisa frente al hombre autoritario y violento acaba muy a menudo en la victoria o la muerte, la libertad o la aniquilación, pero es una lucha más contra el régimen de la esclavitud que también afecta al hombre, porque el mero y simple enfrentamiento entre los sexos basado en una cuestión de género cargada de una extraña y fantástica concepción ideal no lograría sino confundir, retrasar e incluso comprometer los objetivos y los resultados de esta gran batalla. Porque: la mujer es ya también el hombre, el hombre autoritario y violento, pero el hombre no existe, existen los hombres y las mujeres y los niños, los unos, los otros y los demás: al hombre hay que rematarlo y al muerto hay que enterrarlo --y, por la cuenta que les trae a los vivos, con los debidos honores rendidos por los suyos: a pesar de los pesares, él fue una vez el único que destacaba de entre todos, el único que aseguraba entre ciertos límites y niveles la vida. Y: la rebelión es la de la mujer y el hombre contra valores como los de la mansedumbre y la pasividad que les transforman en esclavos: la rebelión contra la fuerza y el poder del rebaño. De modo que dejad de ser unos borregos o ateneos a las consecuencias, pues el cordero ya no es divino y además ha muerto, pero ha de morir por vuestras propias manos, pues sois vosotros. Vosotros que servís a cambio de comida y techo a los productores de lana y carne, de vuestra lana y de vuestra carne, cuyo crecimiento vigilan y observan los pastores que os amenazan con la llegada del lobo que no queda. Y es que no hay un enfrentamiento entre los sexos, sino entre los ventajistas y los jugadores en cada género: y los hombres y las mujeres de ventaja pretenden hacerse con el campo, sobreponer la lucha que a pesar de tantos dimes y diretes realizan en conjunto, sin más problemas que el de conducirla al éxito, a la que les hacen quienes no buscan una ventaja en el juego y, sin embargo, a pesar de jugar y ser en verdad de los que juegan, esta vez han de luchar con toda su alma por su peculiar supervivencia única y exclusivamente de jugadores. Lo que está en juego no es la dignidad, ni siquiera la libertad, sino precisamente... el que los hombres y las mujeres hagan juego.