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Alianza de civilizaciones

Il castrato

La civilización es la confianza en el señor, pero también la certeza de su diferencia, el conocimiento de su distinción: el animal ha sido domado, pero domado no es castrado. El señor debe asegurar la libertad y la vida: o las asegura o es un impostor que ha de ser aniquilado. La domesticación no es una castración, la castración no es civilización, la civilización no es la esclavitud y la muerte, la esclavitud y la muerte no es civilización: incluso el esclavo es un escapado de las garras de la castración. Muerte al castrador y al tirano --el tirano no es más que el jefe de los esclavos que, alzándose sobre el odio que vierte sobre sus contrarios, en realidad sus diferentes, les mueve y lanza contra los señores con el fin de paralizarlos, quebrarlos y eliminarlos, pero sin conducir a los suyos a la libertad, cosa que tal vez no le perdonasen nunca. Muy al contrario, les arrastra de la relación con un señor a la relación con un tirano, les transforma de domesticados en castrados, que es el estado más próximo y cercano al salvajismo que van a conocer no sin confundirse aún más gravemente: es la barbarie a la que es completamente ajeno el animal salvaje, reverso del doméstico como el doméstico del castrado. Un esclavo que odia a su señor y ama a su tirano... mientras su amor continúe la matanza de señores, señoras, niños y ancianos en la que él participa de un modo u otro: este protagonismo en la barbarie, en la lucha a muerte contra el señor, es necesariamente la otra cara de su castración. La negación, la destrucción y la nada es el resultado.