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Regresarán el poder y la comida

El problema es quién manda y cómo y por qué y para qué lo hace: ¿quién, pues? El que más pueda, el que llegue el primero, el que actúe con más decisión. Y ¿cómo? Ayudando, por ayudar y para ayudar a los demás: evidentemente, toda ayuda es poca y a pesar de tanta como hay cada vez es menos --y cuando no es el hambre es la saciedad, o sea, un hambre distinta y nueva, el deseo en estado puro, en raro movimiento: el terremoto verdaderamente occidental, un seísmo radicalmente catastrófico, revolucionario, que sacude de pronto todas las estructuras y luego las derriba salvando únicamente a los que están fuera, pues los de dentro son aplastados por los extraordinarios cascotes del sistema. Pero no es el caso: en Haití el problema parece ser la restauración del orden, una operación compleja y delicada que requiere restablecer la organización en ruinas, reponer la jerarquía en cueros y recuperar el dominio en llamas. ¿En llamas? Más bien en el suelo: el que lo recoja de ahí abajo dará de comer a la población aterrada a cambio naturalmente de tomar el gobierno, es decir, de subirse allá arriba. ¿Es mucho el precio a pagar por aliviar el hambre? ¿Y por delegar la libertad? Pero la libertad por sí misma, fuera de todo orden, es una cosa más bien propia de bandas dedicadas al pillaje a las que ni siquiera acaparar toda la comida saciaría el apetito: un verdadero peligro, en suma, para el renacimiento de la democracia sobre sus valores tradicionales -construidos a prueba de cataclismos- de la propiedad, el comercio, la ley y el orden, el que representan estos grupos formados a medias entre el azar y la necesidad que han decidido forzosamente buscarse la vida por su propia cuenta y están condenados a desaparecer con la misma velocidad e irrelevancia con que han surgido. Son lo desestructurado, casi inorgánico, meramente funcional, estos elementos apenas reconocidos, generalmentre olvidados y desde luego abandonados a su suerte: vivir en la calle y moverse mucho, que pronto lo dejarán de hacer, porque a pesar de que lo que caracteriza al país no es lo que tenía: un gobierno benéfico, sino lo que no tenía: un devastador terremoto, regresará el poder, volverán los que dan de comer a todos de una manera vergonzantemente egoísta, altruístamente falsa, y todo les vale y sacan partido de todo.

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