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Vergüenza de que la crítica política sea la sexual

¿A quién le importa el César y si jode y con quién lo hace? Al Papa y sus hijos laicos y republicanos: pues bien, jode y con quien le place, no como los que ni siquiera pueden querer follar porque el sexo es malo y, si aún lo quieren y aún lo hacen, han de hacerlo a escondidas y como si no lo hicieran ni lo quisieran, pues no hay que querer el mal, o sea, siempre habrán de negarlo y desmentirlo --pues son, efectivamente, unos negados de su santo padre. Pero, claro, hacen el amor con sus esposas y en nombre de la perpetuación de la especie o incluso de la salud y conservación de la pareja, pero jamás por buscar el placer o arrebatados por la pasión y el deseo: de dos en dos, por los dos o por un tercero que está por venir, pero nunca de seis en seis y porque les sale del cuerpo del que follar es el alma. El César es político, pero para el Papa la política es el sexo: quién jode, cómo y con quién, por qué y para qué lo hace. No hay nada como la negación del sexo, pero si no hay más remedio que follar hay que controlarlo como si su practicante fuera un malvado: o sea, hay que fastidiar al follador, hay que joder al mundo, porque el mundo está lleno de cuerpos que hacen lo que les sale y les gusta y lo aman. El Papa y cualquiera de sus hijos políticos y naturales montan su poder sobre el sexo y siempre con la idea de joder al prójimo en lo que el prójimo tiene precisamente de intocable y es sin embargo atacado como si fuera realmente vulnerable: un ataque en el que nadie cree y que no importa a nadie, pues es como pelearse con el aire. Si a estas alturas el hijo rivaliza con el padre, ¡qué le vamos a hacer! Realmente es su problema, aunque los demás tengamos que asistir a la anacrónica pelea sorprendidos e incluso estupefactos: ¡el César folla, fijaos, y los hombres y mujeres del siglo XXI hacen el amor sin preocuparse de los montajes papales y similares sobre el sexo! Lástima que los políticos sean todavía de otra era y por el poder sean capaces de no salir aún de la Edad Media, la Moderna ni la Contemporánea: ¿acaso ignoran que hay vida, y poder, después de después de Cristo? Pues bien, todavía hacen la política de los negados y los hipócritas sexuales: una vergüenza que la crítica política sea la sexual incluso en un caso en que no hay César ni nada.

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