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Los días de la televisión en blanco y negro han terminado

Aunque cabe la posibilidad de que acabe siendo blanco, incluso de que en el fondo lo sea del todo, Obama no es negro: por tanto, el triunfo de Obama no es el de lo negro, lo puro, lo pleno, lo que es idéntico a sí mismo contra o sobre una realidad también entera y de una pieza que, aunque de signo contrario, en el fondo sería similar a la que él representa: una roca que aplasta al agua, atrapa al fuego y arrincona al aire, porque ninguno de estos elementos es de piedra. El triunfo de Obama es el de lo mezclado, lo compuesto, lo fragmentario, lo que difiere de sí y sobre todo tipo de simplezas, redondeces y totalidades. En realidad, Obama representa una nueva totalidad, una insólita redondez y una inaudita simpleza: la de lo heterogéneo, múltiple y diverso, que ignora la oposición de los distintos, supera la negación de lo otro por lo uno y practica la afirmación de lo que no es único y sin matices, una síntesis que primero fragua en su alma carente de negras revanchas pero también de blancas humillaciones con la que luego enciende el horno de su patria de más y mejores diferencias de las que aparecen comúnmente pintadas. Los que son de un solo retal, los íntegros, los compactos, los netos, deben situarse a la altura de los tiempos y saber partirse, romperse y recomponerse en una figura aún no del todo conocida, en una identidad que aún nos extraña a nosotros los modernos: lo no idéntico, lo no uno, lo no absoluto, lo que encuentra en sí una pluralidad hasta el momento contrapuesta y enfrentada y la combina y juega de una manera renovada y poderosa, sin problemas internos ni soluciones exteriores basadas en la exclusión de lo diferente ni por supuesto en la reconciliación de lo que aún serían ya para siempre contrarios: ni la conversión de lo otro en enemigo jurado ni el mantenimiento de lo uno y lo otro por mor de una última y exangüe amistad. El primer jefe del siglo XXI surgido tras las Torres Gemelas y las Bombas Inteligentes, que no culpa al blanco ni siquiera al negro porque es todos los colores y una singular paleta de artista que actúa en el terreno poco propicio pero necesario de la política, requiere de unos ciudadanos que afronten los desafíos planteados por una nueva entereza: entender, o sea, que los días de la televisión en blanco y negro han terminado.

2 comentarios

Anónimo -

primo, me ha gustado

Anónimo -

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