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¿Muera la luz y reviente de una vez la diferencia?

Los grupos son cerrados, la luz es forastera, la luz ciega los ojos, la luz destroza el grupo, el grupo siente miedo, el grupo teme fragmentarse, este destrozo es el destino que integra a todo el grupo, el grupo desplaza sus fragmentos día a día, la muerte es entrañable, las vísceras son suyas, el corazón y la cabeza y los riñones son siniestros, el fin del grupo es su comienzo, la desaparición que siempre espera le proporciona espíritu, el alma es temerosa pero asegura el cierre, la ruptura es el eterno futuro de este grupo al que tiene en sus manos el más profundo y cotidiano miedo, el sentimiento agrupa y la razón disgrega, el grupo difiere siempre el estallido que late en él con fuerza desde un principio, la nada acecha siempre ahí como un espíritu, el fantasma está fuera, el terror es la sombra que produce la materia, la materia no es la última razón del grupo y de su idea de la realidad y de las cosas, el pensamiento es una mera extensión del sentimiento y la razón un brazo más de la fe, la fe lo es todo, el sentimiento es puro, arriba y abajo es lo mismo, la identidad aparece de una vez por todas y no varía sino en sus vestidos y disfraces, el grupo evoluciona pero sin perder el pelo de sus orígenes, un bloque de miedo y horror lo mantiene unido frente a los demás, el resto es amenaza a la que a veces enfrentarse con todas las consecuencias, pero su grito no es muera la luz y reviente de una vez la diferencia porque si existe alguien iluminado es él, la luz es el cegador halo que sale del temor que le nace de dentro, y si hay alguien diferente no son por supuesto los otros, el grupo es uno y de los unos, el único que queda compuesto por los únicos, triunfe aquí pues el uno, bueno y mismo, sobreviva lo cerrado, lo honesto y lo puro, el grupo, el grupo, y sus hombres, sus mujeres y sus niños.  

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